Desastres, olvido y memoria colectiva. Desnacionalizar los pasados para enfrentar amenazas y reducir riesgos
Conferencia conversatorio. Dr. Rogelio Altez, asesor de CERESIS. Centro Regional de Sismologia para América del Sur (CERESIS). 11 de setiembre 2018.El olvido es una condición estructural de la vulnerabilidad. Las sociedades que envían al olvido los desastres que han padecido en el pasado están condenadas a reproducirlos. En buena medida, esta es una condición característica de las naciones latinoamericanas, constructoras de memorias colectivas fundadas sobre historias políticas y militares que excluyen procesos sociales. Son memorias nacionales que también excluyen la relación de esas sociedades con los procesos naturales que conviven con sus espacios de asentamiento. Esa nacionalización de las memorias, además, traza fronteras y jurisdicciones sobre esos procesos, y obliga a las comunidades asentadas en los límites de cada país a dar la espalda a una historia que antes de la nación, fue común a cada región que hoy aparece dividida por los caprichos de los mapas. Sobre estas realidades que apenas tienen un par de siglos de existencia, se levantaron procesos de socialización fundados en programas educativos formales que apuntaron, precisamente, a nacionalizar las memorias colectivas en beneficio de proyectos políticos ajustados a los territorios de cada país. Cada vez que un desastre tropieza con los límites de las naciones, se observan las diferencias entre respuestas, asistencias, preparación y políticas sobre riesgos a ambos lados de las fronteras. La naturaleza y sus fenómenos no sabe de divisiones territoriales, por lo que las comunidades que conviven con sus amenazas hoy enfrentan una doble vulnerabilidad: por un lado, padecen atenciones diferenciales y descoordinadas; y por el otro, reproducen olvidos ante las mismas amenazas como efecto de la nacionalización de las memorias colectivas. Con el objeto de enfrentar exitosamente la recurrencia de las amenazas naturales, se vuelve pertinente y necesario construir memorias sólidas que apunten a desnacionalizar el pasado que ha levantado cada proceso nacional, generando y divulgando conocimiento acerca de ese pasado común a cada región, comunidad o sociedad que se encuentra asentada sobre fronteras que nada tienen que ver con sus historias reales. Las estrategias para lograr esto están en manos de los investigadores que estudian los desastres.